La conquista de Valencia por las fuerzas del rey aragonés, el 28 de septiembre de 1238, marca el inicio de la historia de la enseña saguntina. Morvedre fue una de las ciudades que permaneció fiel al monarca de Valencia, Abu Djomali Zeyan. Mientras el conquistador dispersaba los territorios abandonados entre sus caballeros, se formaron tres ejércitos de casi 5.000 hombres con el objetivo de someter los castillos y ciudades del último rey musulmán. Uno de estos cuerpos se presentó ante las murallas de Morvedre y la tomó, no sin encontrar la oposición de los lugareños. La ciudad se integró en el nuevo mapa político de la Corona de Aragón tras la guerra.
El Morvedre cristiano pasó a manos de Pedro de Portugal, hijo del rey Sancho I de Portugal y primo hermano del padre de Jaime, y el castillo fue encomendado a Asal de Gudal, jefe de la guardia real. Morvedre fue ocupado por sus habitantes originales hasta 1248, cuando se les ordenó que se marcharan, a pesar de la oposición del joven Pedro de Portugal, gobernante de la ciudad y de su Distrito General.
Por orden emitida en Huesca el 6 de julio de 1307, Jaime II nombró a su escudero, Guillem de Santa Coloma, alcaide del castillo de Morvedre, que abarcaba el Distrito General, en base a sus pertinentes méritos. El cargo de alcaide no era vitalicio, sino sólo por el tiempo que el monarca le nombrara, utilizando la fórmula habitual de que el rey instruyera a todos sus oficiales para que le tuvieran como alcaide y le obedecieran como su lugarteniente, lo cual era.
Valencia recibió su propia bandera, el «penó de la conquista», por parte de Jaime I, y el resto de las ciudades reales, incluida Morvedre, recibieron después sus propias enseñas. Los cuatro palos rojos sobre una bandera de fondo dorado serán uno de los emblemas de la identidad de nuestro pueblo. En el salón de plenos del Ayuntamiento se expone una réplica exacta de la bandera concedida a Morvedre por Jaime I.
Los habitantes de Sagunto reafirmaron su fidelidad a la enseña que les otorgó el gran rey aragonés el 15 de diciembre de 1929. Tanto la colocación de la primera piedra del Colegio Público «Cronista Chabret», como la bendición de la bandera bordada por un selecto grupo de damas y señoritas de la ciudad, copia exacta de la primitiva (siglo XIV), que Jaime I concedió con el indiscutible argumento histórico de proclamarse nuestra Senyera, fueron hechos memorables en ese día.
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